Carmen, gerente de área de una organización de la industria de salud, ha tenido una carrera profesional ascendente; pero en últimas fechas, se ha sentido desmotivada, por lo que me solicitó conversar para compartirme que a pesar de tener “todo” para ser feliz, había algo que no le hacía tener el mismo nivel de energía e interés en su trabajo. La cultura organizacional en la que se desempeña es propicia para tener oportunidades de desarrollo, por lo que Carmen describe que en cada peldaño de su carrera profesional ha puesto todo su empeño y esfuerzo. Siempre ha contado con apoyo para lograr todas sus metas. Sin embargo, ya no era lo mismo; se sentía aburrida e insatisfecha a pesar de que tiene perspectivas de continuar creciendo en su carrera profesional.
Un par de años atrás, tras una sesión de coaching para incrementar su autoconciencia, descubrió sus fortalezas, piedras de tropiezo y motivadores. En el presente, su desempeño es sobresaliente; los indicadores de su área han sido superados y ha consolidado un equipo exitoso.
¿Qué podría propiciar el descontento de Carmen?
Además de las características que su personalidad presenta ante el puesto y la cultura organizacional, hay otros aspectos que son importantes tomar en cuenta al planear la carrera laboral.
La relación y el interés por el trabajo también tiene ciclos. Tener en cuenta que los ciclos son naturales tanto en las relaciones personales, como en las actividades que desempeñamos, es crucial para ser conscientes de la situación que vivimos y para lograr nuestros objetivos personales.
En cualquier ámbito, incluyendo el laboral, podemos iniciar con cierta indiferencia e interesados en nuestros propios objetivos. El placer personal y la complacencia tienen prioridad. Posteriormente, al conocer mejor nuestro puesto y a nuestra organización, inicia la conversión, la pérdida de indiferencia; y se enciende la energía que pone en marcha toda nuestra personalidad. Al paso del tiempo, inicia la etapa a la que denominaré la “luna de miel”. En esta etapa, se dan niveles altos de energía y pasión, deseos por el heroísmo, la pérdida de balance entre lo personal y lo profesional, un fervor ardiente ante el puesto y la organización, sintiendo que este trabajo es lo más importante en la vida. En este estado podemos pasar meses o años.
Sin embargo, toda “luna de miel” tiene un final.
Es entonces, cuando el trabajo empieza a desilusionarnos; inicia el proceso de aburrimiento, la pérdida de interés. Empezamos a ver las cosas como son y no como soñábamos que eran cuando estábamos enamorados o en la “luna de miel”. Este es el momento en el cual muchas personas nos encontramos en el límite, cuando podemos sentir la necesidad de un cambio radical. Por decirlo de alguna forma, “el diablo se encuentra en el dintel de la puerta”, esperando a que tomemos la decisión de partir y dejar atrás todo lo que hemos logrado.
Quienes cuentan con mayor madurez y consciencia estratégica, no cruzan la puerta de salida y convierten su relación laboral en una relación a la que denomino la etapa de la madurez. Al principio de esta etapa se puede sentir una sensación de sequedad, de insatisfacción o de falta de emoción y motivación. Una vez que tenemos la consciencia de que estas sensaciones son parte del proceso de desarrollo, las perspectivas se tornan en algo distinto, a lo que podría llamarse el momento de “alivio”.
En el momento del alivio, pareciera que ya todo está controlado y en su lugar. Sin embargo, las cosas más profundas que posiblemente no habías visto ahora empiezan a suceder sobre la superficie. Tus ojos están abiertos y puedes ver con claridad las situaciones como son, en su debida proporción. Empiezas a comprender más no por entender lo que sucede, sino por la comprensión personal y al comprometerte ya no solamente por ti, sino por y con los demás. El bien común se torna en una prioridad en la que dejas de quejarte por que las cosas no suceden como tú quisieras y te empiezas a involucrar y a volver a poner lo mejor de ti, pero ahora, por el bien común.
La noche estrellada
Algunas personas llegan a una etapa posterior a la madurez, a la cual denomino, “la noche estrellada”. Por una parte, hay momentos de paz y tranquilidad; por otra parte, también hay momentos de dudas e insatisfacciones. En esta etapa, se tiene la suficiente fidelidad y madurez para continuar el trayecto teniendo en cuenta que habrá días excelentes y días “secos”. Se dan situaciones que levantan el ánimo por ver el avance ya no propio, sino de los demás, al poder trascender en la vida de otras personas y a tener un deseo profundo que da un sentido real a tu vida, que es distinto al de la etapa del enamoramiento y la luna de miel.
Si tienes interés en que te acompañemos a descubrir la etapa en la que te encuentras, así como a identificar si te encuentras ya sea en un proceso de desarrollo o ya es momento de cambiar de rumbo, la Brújula Laboral de HRTools es una excelente herramienta que te ayudará a discernir en tu felicidad laboral.